Gracias a Antonio Navarro descubrí en qué consistía este arte. Me fascinó ver cómo la manera de manipular la mezcla final podía alterar lo que la música transmitía, cómo un mastering podía contribuir tanto a la sensación final que produce lo que escuchas. Antes tenía la idea de que masterizar era dar volumen, ajustar niveles y que todas las canciones de un disco sonaran con cierta homogeneidad, pero es muchísimo más. Antonio trabaja con una pasión increíble, y eso se nota cuando estás en el estudio a su lado y consigue hacerte entender lo que tanto te confundía con tanta facilidad que te deja asombrado.

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